LA IDENTIDAD DEL BARTENDER "El factor humano como elemento esencial del cóctel"
De una de esas oportunidades que te brinda la vida, en una
conversación en Old fashioned Barcelona entre dos grandes bartenders, y con mi
Bloody Maria en mano, y unas cuantas chips que maridaban perfectamente el
trago, y a la vez saciaban mi hambre atroz, en mi fugaz pero intensa visita a
Barcelona, nació esta entrada de blog, y una de las reflexiones que más ha
marcado mi forma de entender la coctelería.
Quizás este sea uno de los puntos más importantes en la
configuración profesional como bartender, y una parte esencial para entender el
coctel de manera global, pues al final la identidad, como en la vida, es lo que
te define, como persona y en este caso, como bartender.
Existen diferentes personalidades en cuanto a profesionales del trago: hay quienes como cirujanos trabajan casi perdonándote la vida, sin olvidar que su trabajo se reduce a crear tragos, no a salvar vidas, se olvidan de la esencia, de ese magnetismo que solo algunos bartenders son capaces de irradiar. Pero como contrapartida, existen otros que son pura personalidad, que acaparan todas las miradas hacia la barra, que controlan los tiempos y siempre tienen una sonrisa agitando la coctelera.
He tenido la oportunidad de conocer a muchos bartenders,
unos que están empezando, otros que son puras eminencias, y otros que se mueven
en esa amplia línea que ofrece este precioso mundo, y que reduciendo a lo
puramente personal, definiría en dos grandes grupos, aquellos que buscan
superarse cada día, y los que se creen que lo saben todo. Al fin y al cabo todos
profesionales del mismo mundo, pero distintos en su identidad.
En mi humilde observación entre mis cortas pero intensas
conversaciones con todos ellos, y solo intentando analizar su personalidad y su
forma de entender su trabajo, vi como
algunos tenían totalmente construida su identidad, otros aún la tenían en
construcción, y otros dolorosamente carecían de ella. Pero a todos intente entender, fuera del conocimiento
profesional, miré más dentro de ellos, miré el que los hacía diferentes, que
veía en ellos que me despertaba tanta inquietud, o por el contrario simplemente
me entraban ganas de dejar la conversación y sumergirme profundamente en los
matices de mi trago.
Seguidamente y recordando esa conversación con sabor a zumo
de
tomate, tequila y millones de sensaciones, empecé a darme cuenta de que era
esencial rodearme de ellos para poder entenderme a la hora de configurar mi propia
identidad, pues todos sabemos ir a la escuela a mejorar nuestras habilidades
profesionales, pero cuando uno trabaja con algo tan subjetivo como las personas,
sus gustos, nuestras propias sensaciones, que serán lluego las que definirán
mis creaciones, es cuando empecé a entender que necesitaba definirme como
bartender.
Definirse como bartender entiendo que debe ser un proceso de
introspección profundo, que puede durar muchos años, y como la propia personalidad,
puede variar o incluso girar por completo a lo largo de tu vida profesional,
dependiendo bien de la propia trayectoria profesional, o de algo tan simple
como la influencia personal y profesional, pero al final quizás el cimiento de
esa identidad propia, de ese proceso de entendimiento personal, deba estar
cimentado desde un principio, pues así existirá una evolución coherente y
lógica en la evolución. Seguramente radique ahí la esencia del artista y en
este caso, del tipo de bartender del que quede fascinado.
El bartender, que se considera mixólogo, sin con ello,
querer abrir un debate acerca del alcance profesional de la palabra, sino bajo
mi humilde opinión acerca del término , debe ser una persona creativa,
inquieta, donde cada día se le presenta como un reto, como una búsqueda dentro
del mismo, un reto por sacar sensaciones, sabores, ideas… y todas ellas
canalizadas a poder luego servirse en una copa.
Por lo que entiendo que la manera de empezar a trabajar en
ese proceso, es a través del entendimiento personal, pues al final, cada cóctel
no deja de ser una parte de nosotros, ese factor humano que sin aparecer en la
receta sea el componente estrella de nuestro cóctel.
Es precisamente ese factor humano, lo que nos diferencia de
las maquinas, pues al igual que no todas las limas tienen la misma acidez, no
salen dos cócteles iguales de dos cocteleras con diferente dueño, y mi
explicación es tan simple que recordando una teoría que yo denomine “mi propia teoría del círculo”, una
maquina sí puede hacer 100 círculos exactamente iguales, sin embargo la mano
humana no, pero si puede elaborar un circulo perfecto para cada persona, quizás
eso sea lo realmente mágico y único de esta profesión de la que algunos hemos
quedado simplemente enamorados.
Y es que hasta nuestra propia forma de sheakear nos define,
es parte de nuestra firma de identidad, la forma en la que decoramos un cóctel,
o de la forma que decidimos contárselo a nuestro cliente, quizás este proceso de
introspección sea bastante complejo, pero en esencia cuando quede terminada será
sin lugar a dudas la mejor obra que podamos crear.
“Los bartenders somos artesanos del hielo y
poetas del alcohol" (Pattxi
Troitiño).
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