LA REVOLUCION DEL CONCEPTO BAR “DONT SELL DRINKS, SELL EXPERIENCES”
Mi primer contacto con este concepto fue en Barcelona, hará
ya hace unos cuantos años, cuando la gastronomía y la coctelería empezaban a ir
de la mano en esta ciudad. Entrar en los bares ya no consistía exclusivamente
en beber tragos con recetas clásicas ejecutadas con técnicas y protocolos ancestrales
que de saltárselos podrían hasta desprestigiar al mismo profesional.
Si un coctel por idiosincrasia era refrescado, no ver un
vaso mezclador en la ejecución suponía hasta entonces el descrédito del bartender. Los
tiempos, las formas de ejecución de los tragos estaban muy tasadas,
y normalmente las recomendaciones se hacían por preferencias, gustos u
hora del día.
Hasta ahora el concepto bar, estaba excesivamente encorsetado en unas bases que se estudiaban
en escuelas de hostelería o se enseñaban de generación en generación. Recomendar
un dry Martini a altas horas de la noche, escanciarlo y servido en una copa que
no fuera la estipulada era casi pecado, salvo que no te llamaras Maria Dolores Bohadas no se te estaba permitido cambiar la idiosincrasia natural de un trago como el Dry Matini.
La concepción de bar hasta ese momento se podía resumir a un lugar donde se servían tragos bajo standares muy rígidos, y fuertemente interiorizados por el cliente, y la comida en esos momentos quedada muy lejos de la barra.
La concepción de bar hasta ese momento se podía resumir a un lugar donde se servían tragos bajo standares muy rígidos, y fuertemente interiorizados por el cliente, y la comida en esos momentos quedada muy lejos de la barra.
Y ahora, veía batidas servidas en bolsas de plásticos,
mojitos en tarros de mermelada, cocteles y maridajes concebidos de forma
conjunta, bloody marys servidos en goteros de hospital, barras donde se servía
comida y mesas donde se tomaban cocteles, lugares donde por ejemplo el crep sirve de escusa para vender cócteles al puro estilo canalla, dry martinis con sake, gintonics en 3
texturas, y bartenders que vendían experiencias a través de su personalidad... que estaba pasando, todo empezaba a flexibilizarse y la creatividad
empezaba a pedir paso en toda su dimensión.
Estaba presenciando el inicio de un cambio de concepto, al
igual que en la cocina, mucha gente del sector se estaba planteando desafiar
los conceptos de bar hasta ahora establecidos. Y la base de esa transformación pasaba por mirar hacia nosotros mismos y en consecuencia a nuestra alta gastronomía.
Aparecían negocios denominados gastropub, food & drinks, funny kitchen, Gin&Cocktail bar… lugares con diversidad de espacios, donde se engrasaban perfectamente el restaurante, el bar y la sala. El cóctel empezaba a pedir permiso durante la comida, y vasos y platos empezaban a integrarse en todos sus tiempos y formas, con estéticas que desafiaban los patrones hasta ahora establecidos.
Aparecían negocios denominados gastropub, food & drinks, funny kitchen, Gin&Cocktail bar… lugares con diversidad de espacios, donde se engrasaban perfectamente el restaurante, el bar y la sala. El cóctel empezaba a pedir permiso durante la comida, y vasos y platos empezaban a integrarse en todos sus tiempos y formas, con estéticas que desafiaban los patrones hasta ahora establecidos.
El mundo estaba cambiando, y también lo hacía la forma de
comer y beber. En un país altamente gastronómico, no reconfigurar los
establecimientos era un error. Y Barcelona era un ejemplo en cuanto a forma de
hacerlo. Se estaba trabajando en crear una coctelería nacional con rasgos propios, y muy ligada a nuestra
gastronomía, y que exigía crear establecimientos que fueran los espacios ideales para ese desarrollo.
Por lo que se empezaba a entender el bar como algo más profundo
que la de un simple negocio donde servir copas de buena calidad y de forma
rápida. Sino que la clave estaba en reinterpretar el modelo de negocio, donde
la creatividad se canalizara a vender experiencias al consumidor,
en pocas palabras el bar debía por un lado complementar al restaurante y por
otra desarrollarse de forma independiente sobre las mismas bases que se estaba
construyendo la gastronomía del país.
Los elementos de expresión o narración en la coctelería adquirían mayor protagonismo, aparecían nuevas técnicas de elaboración que
permitían llevar el mundo del bar a otro nivel técnico, las anteriores técnicas
empezaban a flexibilizarse y a reinterpretarse sobre el resultado que se quiere
conseguir, el entorno adquiría una importancia mayor, y los profesionales de
todos los espacios del restaurante y del bar empezaban a tener un
reconocimiento.
El concepto de cóctel empezaba a crecer, se hablaba ya de
gastronomía líquida, los gin&tonics empezaban a tener una liturgia perfectamente
socializada y con identidad nacional propia (el gin&tonic made in spain), quizás esto pudo ser el punto de
inflexión que abrió la puerta a lo que estaba por venir en este país.
Los cócteles eran obras conceptualizadas en patrones de balance
de sabores, texturas, humos y aromas, acompañados de estética y con una
historia detrás. Conceptos como packagin o storytelling empezaban a cobrar fuerza en las
masterclass, y el cóctel empezaba a tener muchas más aristas de las de hasta
ahora conocidas. Simplemente estaba adquiriendo mayor dimensión.
Los elementos externos al cóctel se desarrollaban de forma
paralela: Las cartas, los posavasos, la puesta en escena, la uniformación, la música
todo lo que servía de nexo de unión entre
la barra y cliente necesitaba un estudio global y uniforme. Por lo que esa
creatividad y estética de la barra se volcaba en todos estos elementos,
viviendo estos una época de reconfiguración conceptual. Se interpretaba la
carta del bar como el primer cóctel de la temporada, y los diseños de los
elementos del bar seguían esa línea. La experiencia al cliente era global,
desde que entrabas en el establecimiento esa sorpresa debía ser perceptible, y
en ello se trabajaba.
Por lo que la sala se debía conceptualizar hacia el mejor
entendimiento de la filosofía del bar, pues al fin y al cabo es donde el
cliente desarrolla la experiencia.
Se trataba por tanto de un giro conceptual de bar
impresionante, ya no se trataba de tener
una coctelería que te definiera, sino de un bar y una filosofía donde la creatividad
era la prioridad. Una creatividad enfocada en la innovación en todos los
elementos del bar, y siempre dirigida a la sorpresa del cliente, a venderle una
experiencia completa. Los bares ya no estaban pensados exclusivamente para
beber y fomentar las relaciones sociales, sino para estimular el alma y el
cerebro, y esto en nuestro país no estaba haciendo nada más que empezar.
Si eres capaz de emocionar a alguien, estas en otro nivel gastronómico.
“Grant Achatz”
Fdo. Mateo García Cano.
Twitter: @Mattgarco
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